Jueves treinta de diciembre, yo me había dado por vencida, mis esperanzas estaban muertas, creí que no podría conseguir empleo en el resort, porque el veinticinco de este mes me dijeron que no necesitaban más gente para trabajar allí.
Aquella mañana, el treinta, me llamaron para una entrevista, salí emocionada, cuando estaba caminando hacia el paradero del bus me undí en la nieve hasta las rodillas mis botas preciosas se mojaron y yo también.
Llegé antes de la hora pactada, después de unas cuantas preguntillas me dieron el empleo y acepté, sin pensarlo dos veces, trabajar ese mismo día.
Salí destrozada me dolía todo el cuerpo, era de noche y no tenía mi linterna conmigo así que Carrie, mi jefa, le pidió a uno de los chicos que trabaja en el valet parking que me llevará a la parada del bus.
Veinte minutos después estaba sola, no tenía la menor idea de a quien llamar o hacia donde estaba la otra parada del bus, cuando de pronto mientras hablaba con papá un auto se detuvo frente a mi y un chico sacó la cabeza y me dijo Do you wnat a ride?, sin dudar, colgé la llamada y me subí al auto. Esa fue la primera vez que tuve un ride.
Él se llama Jef y me llevó a un bar a esperar el bus, mientras lo haciamos me presentó a la gente que estaba en ese establecimiento, me invitó una cerveza, fumamos un poquito de hierba y como ya eran más de las diez de la noche, le pedí que me llevara a casa porque el bus solo trabaja hasta las diez.
Entramos al auto, fumamos lo que teniamos que fumar y de pronto salió, buscó algo en su maletera, cerró la puerta y se quedó afuera un buen rato, yo pensé que se estaba masturbando, saqué mi cabeza, no lo miré, y le pregunte si todo estaba bien, él lo afirmó, entró al auto, se disulpó por la demora me dejó en la casa.
Así que después de todo sé que no me ha ido tan mal, he conocido gente realmente cool en este pueblo. Así es América y así son los americanos; tratan de ser los más amables del mundo y sí que lo son.
Dic. 30 de 2010.
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